En un episodio reciente de Mind Matters: Navegando lesiones en la cabeza y conmociones cerebrales, la presentadora y consultora legal enfermera Kiley Como con Shane Smith Law se sentó una vez más con Paula Walters—paramédica, defensora y fundadora de The Courageous Survivor—para arrojar luz sobre un problema que sigue siendo en gran medida oculto tanto en el mundo médico como legal: la intersección de la violencia doméstica, el trauma y la lesión cerebral.
Aunque las conmociones cerebrales y las lesiones cerebrales traumáticas (LCT) a menudo se asocian con atletas o víctimas de accidentes automovilísticos, las poderosas perspectivas de Paula revelan un problema mucho más amplio y generalizado—uno que afecta a millones de sobrevivientes de violencia doméstica.
“No necesitas un casco o un volante para sufrir una lesión cerebral,” explica Paula. “Solo necesitas la mano de alguien.”
El impacto silencioso de la estrangulación
Una de las estadísticas más impactantes discutidas: hasta el 86% de los sobrevivientes de violencia doméstica han experimentado estrangulación—una forma de agresión que frecuentemente no deja signos visibles. De hecho, el 50% de las víctimas no muestran síntomas externos, a pesar de sufrir daños internos potencialmente fatales o que alteran el cerebro.
“La estrangulación puede causar una lesión cerebral anóxica, que imita los síntomas de un derrame cerebral,” dice Paula. “Pero si no hay moretón, ni enrojecimiento, la gente no busca ayuda médica—y los abusadores no son responsabilizados.”
Trauma sobre trauma
Estas “lesiones invisibles” agravan el trauma emocional y psicológico que los sobrevivientes ya cargan. Golpes repetidos en la cabeza, golpes contra paredes e incidentes de asfixia no solo dejan cicatrices emocionales—pueden dejar daños neurológicos duraderos.
Paula relata su propia experiencia: “Mi cerebro nunca tuvo tiempo para sanar antes de recibir otro golpe. Es como apilar lesiones sobre lesiones, y nadie las vio porque yo parecía estar bien.”
La lucha por el diagnóstico y el apoyo
Los sobrevivientes enfrentan desafíos monumentales al buscar ayuda. Muchos no se dan cuenta de que han sufrido una lesión cerebral, mientras que otros se ven obligados a abogar por sí mismos dentro de sistemas—médicos, legales o ambos—que no entienden ni reconocen sus necesidades.
Kiley, quien fue enfermera de cabecera, reflexiona sobre estas deficiencias. “Incluso en los hospitales hoy en día, los abusadores a menudo permanecen en la habitación durante la admisión,” dice. “Eso hace casi imposible que una víctima hable libremente.”
Paula ofrece consejos prácticos para los sobrevivientes:
- Documenta todo—en aplicaciones ocultas, diarios o incluso notas de voz.
- Lleva personas de apoyo a las citas, o pide grabar la conversación.
- Solicita una evaluación de lesión cerebral si has experimentado estrangulación o trauma repetido en la cabeza.
- Entiende los ritmos de tu cerebro—programa citas importantes cuando estés más alerta.
“Tienes que abogar por ti mismo,” enfatiza Paula. “Es agotador, pero es necesario.”
Conceptos erróneos sobre la lesión cerebral en sobrevivientes
Otro punto clave del episodio es la persistente etiquetación errónea de los síntomas de lesión cerebral como inestabilidad emocional o enfermedad mental. Los sobrevivientes que muestran signos de impulsividad, olvidos o reactividad emocional a menudo son descartados como “demasiado emocionales” o “caóticos.”
“La gente solía decir que yo era dramática,” comparte Paula. “Pero eso era mi lesión cerebral manifestándose. Necesitamos pasar de preguntar ‘¿Qué le pasa?’ a preguntar, ‘¿Qué le pasó?’”
Lo que los profesionales pueden hacer
Para proveedores de salud, abogados y defensores, el mensaje es claro: capacítate en atención informada sobre trauma y reconoce las señales de lesión cerebral más allá de lo obvio.
Preguntas simples pero poderosas pueden hacer toda la diferencia:
- “¿Alguien te ha golpeado alguna vez en la cabeza?”
- “¿Alguien te ha puesto algo alrededor del cuello?”
Usa el lenguaje correcto. “Estrangulación” tiene más peso clínico y legal que “ahogamiento.” Y recuerda siempre: las citas perdidas pueden no ser desafío—pueden ser síntomas.
Un llamado al cambio colectivo
Como concluyen Kiley y Paula, el camino a seguir requiere compasión colectiva, conciencia, y defensa. Los sobrevivientes necesitan más que simpatía. Necesitan acceso a medicina funcional, neuro rehabilitación, apoyo legal y, lo más importante, validación de que su sufrimiento es real—aunque no se pueda ver.
“Solo estamos rascando la superficie,” dice Paula. “Pero mientras más hablemos de esto, más vidas podremos cambiar.”
Si tú o alguien que conoces está sufriendo en silencio, sabe que hay ayuda disponible. Y si tú estás en dolor—llama a Shane. 980–999–9999.
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